La amputación presenta desafíos multidireccionales. Afecta la función, la sensación y la imagen corporal. Las reacciones psicológicas varían mucho y dependen de muchos factores y variables.
En la mayoría de los casos, la experiencia predominante del amputado es de pérdida: no solo la pérdida obvia del miembro, sino también la pérdida de la función, autoimagen y las relaciones.
Alrededor de 30% de los amputados están preocupados por la depresión. La morbilidad psicológica, autoestima disminuida, imagen corporal distorsionada, dependencia incrementada y los niveles significativos de aislamiento social también se observan en el seguimiento a corto y largo plazo después de la amputación.
Etapas de adaptación
Es útil pensar que el proceso de adaptación ocurre en cuatro etapas:
Etapa preoperatoria
Entre los amputados para quienes existe una gran oportunidad de prepararse para la cirugía, aproximadamente de un tercio a la mitad escogen la amputación como una señal de que se aliviará el sufrimiento y puede comenzar una nueva fase de ajuste.
Junto con esta aceptación, puede haber diversos grados de ansiedad y preocupación. Tales preocupaciones se dividen en dos grandes grupos:
Problemas prácticos:
- Pérdida de la función
- Pérdida de ingresos
- Dolor
- Dificultad para adaptarse a una prótesis
- Costo del tratamiento continuo
Preocupaciones simbólicas:
- Cambios en la apariencia
- Pérdidas en la intimidad sexual
- Percepción de otros
- Disposición de la extremidad
La mayoría de las personas informadas de la necesidad de amputación pasan por las primeras etapas de una reacción de aflicción, que puede no completarse hasta mucho después de su alta hospitalaria. La presentación de la cirugía por parte del cirujano a las personas que se someterán a la amputación también influye en el manejo del paciente después de la amputación.
Etapa postoperatoria inmediata
Este período puede durar desde horas hasta días, dependiendo de la razón de la amputación y la condición de la extremidad residual.
Las reacciones psicológicas observadas en esta fase son preocupaciones sobre:
- Seguridad
- Temor a las complicaciones y el dolor
- Pérdida de la alerta y la orientación
En general, los que superan la amputación después de un período de preparación reaccionan más positivamente que los que la sostienen después de un trauma o accidente. Hasta cierto punto, la mayoría de los individuos están «adormecidos», en parte como resultado de la anestesia y en parte como una forma de manejar el trauma de la pérdida.
Para aquellos que han sufrido un dolor considerable antes de la cirugía, la amputación puede brindar un alivio muy necesario.
Rehabilitación en el hospital
La fase más crítica y la que presenta los mayores desafíos para el paciente, la familia y el equipo de amputación. Inicialmente, el paciente está preocupado por la seguridad, el dolor y la desfiguración. Más tarde, el énfasis se desplaza hacia la reintegración social y el ajuste vocacional.
Algunos individuos en esta fase experimentan y expresan diversos tipos de negación mostrados a través de la valentía y la competitividad. Unos pocos recurren al humor y la minimización. Los estados de euforia leves pueden reflejarse en:
- Aumento de la actividad motora
- Correr a través de los pasillos en sillas de ruedas
- Exceso de locución
Sin embargo, la tristeza de igual forma se acumula.
Rehabilitación en el hogar
Es durante esta fase que el impacto total de la pérdida se hace evidente. Varios individuos experimentan una «segunda realización», con tristeza y dolor acompañantes. Pueden ser evidentes diversos grados de comportamiento regresivo, como:
- Renuencia a abandonar el rol de enfermo
- Tendencia a apoyarse en otros más allá de lo que la discapacidad justifica
Algunos resienten cualquier presión ejercida sobre ellos para reanudar el funcionamiento normal. Otros pueden ir al otro extremo y rechazar con vehemencia cualquier sugerencia de que puedan estar deshabilitados o que necesiten ayuda de alguna manera.
Una muestra excesiva de simpatía generalmente fomenta la noción de que uno debe ser compadecido. En esta fase, surgen tres áreas de preocupación:
- Retorno al empleo remunerado
- Aceptación social
- Adaptación sexual
Los amigos y la familia pueden experimentar muchos de los sentimientos que experimentan los amputados. Cuando la comunicación es clara y abierta entre el amputado y sus redes de apoyo social, es posible que no sea necesario que el terapeuta psicológico se involucre.
Fuente: amputee-coalition.org